
ADN del crimen. Una huella genética esconde al autor de un doble homicidio cometido por odio
Paloma Gallardo y Josué Salvatierra, las víctimas del doble crimen de Florencio Varela
Paloma Gallardo y Josué Salvatierra fueron asesinados a golpes el 30 de enero pasado; los investigadores siguen un rastro de sangre
A tres meses de los homicidios de Paloma Gallardo y Josué Salvatierra, de 16 y 14 años, respectivamente, los investigadores lograron aislar el ADN de uno de los autores materiales de los asesinatos ocurridos el 30 de enero pasado en la localidad de Bosques, en el partido de Florencio Varela.
Ese rastro genético, que hasta el momento no tiene nombre, fue hallado en la escena del doble homicidio, un terreno abandonado situado a un costado de la vieja ruta 2, entre el puente de Bosques y las vías del exferrocarril Roca.
Se trata del único ADN encontrado en el lugar donde mataron a Paloma y Josué, diferente al de las víctimas. La presunción de que corresponde a uno de los asesinos se fundó en que fue encontrado en una gota de sangre que estaba en la escena de la masacre y en la remera de una de las víctimas.
Según fuentes de la investigación ese ADN fue aislado después de analizar 200 muestras de sangre que fueron levantadas por los peritos en el lugar donde mataron a los adolescentes.

Ese rastro genético permitirá, ante la eventual detención de los sospechosos, compararlos con los registros genéticos de los acusados y ante la coincidencia, probar su responsabilidad en los homicidios de los adolescentes.
Las 200 muestras de sangre levantadas en la escena de la masacre que permitieron aislar el ADN de uno de los presuntos homicidas, subsistieron en el predio a pesar que un grupo de policías prendió fuego el pastizal que rodea el lugar donde mataron a Paloma y Josué para borrar las pruebas.
Con respecto al móvil de los asesinatos, el abogado que representa a la familia de Josué Salvatierra, Carlos Guillermo Dieguez, afirmó que la hipótesis más firme apuntaba a que se trató de un crimen por odio. El letrado fundó la sospecha en la mecánica del crimen: un ataque concretado con fragmentos de escombros que los asesinos tomaron de la propia escena del homicidio.
El abogado sumó otro elemento que avala la sospecha de que se trató de un crimen por odio, se trata de las conclusiones de la autopsia que indicaron que Paloma sufrió la mayor cantidad de golpes.
Para el letrado también quedó descartado el posible ataque sexual como móvil del homicidio, debido a que los forenses que realizaron la autopsia no hallaron ninguna evidencia en el cuerpo de la adolescente que indique una agresión de esa naturaleza. No había marcas ni lesiones compatibles con un ataque sexual.
Al principio de la investigación también había quedado descartado el robo de los celulares de las víctimas como móvil de los asesinatos, que habían instalado los responsables de la comisaría de Bosques.
Está pista falsa plantada por un grupo de efectivos de la policía bonaerense fue el motivo por el que la fuerza de seguridad provincial fue apartada de investigación.
Desde fines de febrero la investigación de los asesinatos de los adolescentes quedó a cargo de los detectives de la División Homicidios de la Policía Federal.
Las sospechas sobre la existencia de una zona liberada por parte de los policías que se desempeñan en la comisaría de Bosques se fundaron en la demora en comenzar los rastrillajes para buscar a Paloma y Josué.
Además, una vecina alertó a un familiar del adolescente que había visto a dos policías prender fuego las adyacencias de la escena del doble crimen, presuntamente para borrar pruebas.
A pesar de la cercanía entre la comisaría y el lugar en el que mataron a Paloma y Josué: no más de doscientos metros en línea recta, los policías no salieron a buscar a los adolescentes el 30 de enero cuando fueron vistos por última vez.
Los cuerpos fueron hallados dos días después que fueron radicadas las denuncias por averiguación de paradero. El terraplén de la ruta provincial 36 separa la escena del sangriento episodio de la seccional. Esto significa que los policías nunca salieron a buscar a los menores, cuyas desapariciones habían sido denunciadas el mismo día que los vieron con vida por última vez.

En el expediente existen tres órdenes de servicio para realizar la búsqueda de Paloma y Josué, pero, en realidad, los rastrillajes no se concretaron y los cuerpos fueron hallados en el descampado situado a tres cuadras de la seccional. Además, existe la sospecha firme que los efectivos de la comisaría de Bosques habrían liberado el terreno baldío en el que mataron a los adolescentes hace varios años operan bandas dedicadas al narcomenudeo.
Los cuerpos de Paloma y Josué fueron hallados por un menor el 1° de febrero al mediodía. La policía no los buscó y no los encontró.
A las graves irregularidades en la búsqueda, la demora en tomar la denuncias por averiguación de paradero, se sumó la falta de vigilancia en la zona - donde los vecinos denunciaron que eran víctimas de robos constantes en el laberinto para cruzar las vías del exferrocarril Roca- y la supuesta protección a transas que usan el predio con pastizales de dos metros de altura para vender droga.
La pista buscada
Debido a las sospechas de connivencia de los policías de la mencionada seccional, el abogado Dieguez convocó a un grupo de peritos que junto los investigadores de la Policía Federal lograron levantar 200 muestras de sangre de la escena del crimen y aislar los perfiles genéticos de las víctimas y del sospechoso.
Esa revisión del lugar donde mataron a Paloma y Josué también permitió establecer que los adolescentes fueron atacados por dos o tres agresores. Uno los asesinos dejó sangre en la escena del crimen. A este sospechoso corresponde el tercer ADN encontrado, aunque todavía no tiene nombre. Pero se trata de una de las pistas más sólidas en este doble homicidio.
Existen antecedentes sobre la vinculación de efectivos de la mencionada comisaría con los encubrimientos de otros homicidios.
En el caso del asesinato de Lautaro Morello y la desaparición de Lucas Escalante, los policías de la seccional de Bosques fueron acusados de proteger a los responsables de ese hecho.
Cuando los detectives de la Policía Federal Argentina se hicieron cargo de la investigación del homicidio de Lautaro y la desaparición de Lucas, el caso se esclareció con las detenciones de un comisario mayor de la policía bonaerense y de otros efectivos de la fuerza de seguridad provincial.
También hubo sospechas de complicidad de los efectivos de la comisaría de Bosques en la denominada masacre del puente amarillo, en el barrio San Rudecindo, cuando en agosto de 2021, fue asesinada Milagros Paola Saavedra, al quedar en medio de un enfrentamiento entre bandas que se disputaban la zona para vender droga.

Una de las pistas que siguieron los investigadores surgió del seguimiento de los celulares de las víctimas y de las cámaras de seguridad de la zona.
El 30 de enero a las 18.19, un sistema de videovigilancia registró la última imagen con vida de Paloma y Josué. Ese día, entre 18.20 y 18.40, según la autopsia, dos asesinos mataron con piedrazos en la cabeza a los adolescentes. A las 18.45 se apagaron los celulares de Paloma y Josué.
Al día siguiente, al mediodía se activó el celular de una de las víctimas durante unos segundos.
Mientras que el 1° de febrero a las 14.30 un menor encuentro los cuerpos de ambos adolescentes.
El movimiento del celular
El 10 de febrero un celular con el mismo IMEI que el de Josué se activo en General Roca, Río Negro. Según el Enacom, el International Mobile Station Equipment Identity “es un código de 15 dígitos pregrabado por el fabricante para identificar cada equipo móvil a nivel mundial. Está compuesto por un código de identificación de marca y modelo otorgado a los fabricantes”. No puede ser alterado. Significa eso que es una prueba de que se trata del mismo aparato.
Cuatro días después un grupo de efectivos de la División Homicidios de la Policía Federal detuvo al dueño de un lubricentro que tenía el celular la víctima.

Al día siguiente, la policía allanó la cueva donde el sospechoso compró el celular de Josué y los efectivos secuestraron aparatos que se usan para hacer teléfonos mellizos.
El 18 de febrero los policías trasladaron al acusado y los dispositivos a la fiscalía para hacer peritajes que confirmen la coartada del sospechoso.
Luego de indagarlo, el fiscal Darío Provisionatto solicitó el procesamiento y prisión preventiva del acusado. Hace veinte días, la Cámara de Apelaciones y Garantías de Quilmes revocó, por falta de pruebas, la prisión preventiva del acusado y ordenó su excarcelación. No obstante, el imputado sigue vinculado con el sumario.
Un peritaje realizado en los últimos días en las antenas que aportan el servicio de telefonía celular en la zona del doble homicidio puso al descubierto una serie de comunicaciones entre un familiar del acusado, que vive en Río Negro y dos sospechosos que fueron seguidos al principio de la investigación y que tienen domicilios cerca de la escena del crimen, en Florencio Varela.
Fuente: LA NACION