Sin dudas el homicidio de Juan Carlos Salinas, marcará un punto de inflexión en la comunidad venadense y obligadamente lleva a replantearnos como sociedad hasta dónde puede llegar la violencia al momento de afrontar diferencias entre vecinos.
Salinas falleció tras 20 días de estar internado tras recibir un puntazo en el hígado, ataque que cuanto menos no fue espontáneo ni producto del calor de una discusión, ni tampoco de una gresca: su homicida pidió que lo fueran a buscar en un auto que no que era el de uso habitual. Salió de su hogar con un casco de motociclista y se lo puso cuando bajo corriendo frente al domicilio de Salinas, donde éste estaba hablando con el empleado del agresor, quien salió corriendo “justamente” cuando su jefe llegaba y sin mediar palabras lo acuchilló en el vientre mientras lo empujaba de la vereda hacia la vivienda. Luego el homicida se alejó corriendo hacia el vehículo que manejaba un empleado-amigo y que lo esperaba cruzando la calle Caseros. Todo esto quedó registrado en las cámaras de las cercanías y duró 3 minutos.
Ayer con grandes muestras de dolor la familia, veló su muerto. Y el barrio sintió el impacto de ese dolor, porque era un vecino de años, tal como dijeron sus hermanos integrantes de una familia que siempre vivió en inmediaciones de Pringles y Caseros. La impotencia anida en sus corazones porque no hay explicación lógica para lo sucedido que, enmarcado en una cadena de acontecimientos, en definitiva marcó el funesto derrotero de una persona que acostumbraba a solucionar los problemas que ocasionaba pagando, inclusive lo volvió a decir el día de su imputación, “si rompí la cañería (de la comisaría) pago los daños” .
Esta mañana, en las paredes de la casa del comerciante Kevin P, imputado como autor material del homicidio de Salinas, aparecieron pintadas que muestran la impotencia y el dolor de la gente, que sigue preguntándose hasta donde irá esta escalada de violencia.
Fuente: Primero La Noticia